Adichie, mujer negra nigeriana escribe

Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana

Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana

Mujer, joven, negra, nigeriana y escritora… Lo primero que se me pasa por la cabeza cuando la descubro, leyendo el blog de Devoradora de libros -una mujer descubriendo a otra mujer, como es «casi» norma- es que Adichie tenía todas las papeletas para haber permanecido en el anonimato durante todos los años que vaya a durar su vida.

Empecé a leer su biografía, un poco por encima, para saber cómo había conseguido llegar a publicar su primera novela, «La flor púrpura«, y cómo había sido posible que la imponente editorial Random House Mondadori hubiera tenido a bien publicar el resto de sus novelas.

Nigeriana de nacimiento y estadounidense de adopción. Estudió en «la tierra de las promesas», hizo un par de másters, de escritura creativa y estudios africanos, este último en Harvard. Probablemente no le hubiera hecho falta pero, qué le vamos a hacer, la «titulitis» ha afectado de tal modo a nuestras sociedades que, sin máster, su carrera hubiera quedado deslucida. Incluso puede ser que no la hubieran invitado a ciertos saraos o que algunos medios de comunicación hubieran buscado su dosis de exotismo africano en otra parte.

No es mi intención quitarle mérito a Chimamanda Ngozi Adichie. Emigró con una beca a Estados Unidos con 19 años y se buscó la vida. Tiene talento, es una buena narradora, se le da muy bien entremezclar Historia, humor, tragedia y amor. Habla claro, sin irse por las ramas, va directa a su objetivo, adereza su discurso con alguna anécdota y lo sirve frío pero con una sonrisa dibujada en la boca.

En sus dos últimas novelas, «Medio sol amarillo» y «Americanah» , se refleja ese estilo que les es propio a los autores estadounidenses, llamémoslo pragmático. Con sus pinceladas de lirismo descriptivo, por supuesto.

Lo que consigue Adichie, y es muy meritorio, es que sus libros puedan ser leídos por un público muy amplio porque no defrauda ni a los que buscan una trama sin fisuras o parones ni a los que pretenden leer literatura de calidad (con un vocabulario que vaya más allá de las cuatro frases hechas de turno y los diez verbos comodín).

Biafra, ¿y eso dónde está?

«Medio Sol Amarillo» es el espejo de la Nigeria postcolonial de los años sesenta. No sé vosotros pero, cuando yo estaba en el colegio -y no hace tantos años de eso-, África sólo se mencionaba para hablar de colonialismo -la famosa imagen de la vertical y la horizontal trazadas por franceses e ingleses con sus «posesiones» en el continente-.

En esa época de estudiante, el postcolonialismo se reducía a un par de fechas de independencia y, si mal no recuerdo, al movimiento Mau Mau de Kenia, esto último casi contado como una anécdota por el profesor de Historia ya que ni aparecía en el libro.

El conocimiento que adquirimos entonces, más bien nulo, vino a mezclarse y agitarse con las noticias que íbamos viendo y leyendo en los medios de comunicación, casi todas ellas relacionadas con hambrunas, matanzas, emergencias humanitarias y golpes de estado. Hoy en día es más probable oír hablar de África por la llegada de inmigrantes a Europa que por lo que, propiamente dicho, sucede allí.

Así las cosas, cuando abrí «Medio sol amarillo«, descubrí qué había sido Biafra. Me sonaba aunque admito que no estaba muy segura de qué, ¿era un país, una región, el nombre de una guerra? El título de la novela hace referencia, precisamente, a la bandera de esa nación efímera.

Bandera de Biafra (África)

Bandera de Biafra (África)

Como no me gusta destripar libros, me voy a abstener incluso de ofreceros una sinopsis. Simplemente, os dejo una frase extraída de él: «Y también la hambruna fue lo que hizo  que la Cruz Roja Internacional considerara Biafra la situación de emergencia más grave desde la segunda guerra mundial.» (fuente: Literafrica).

Americanah, una nigeriana en EE.UU.

Como decía al principio de este artículo, Adichie es mujer, nigeriana, negra y, añado ahora, feminista. No creo que le quedara más remedio que serlo y no lo digo en broma. Como inmigrante perteneciente a un continente, a una raza y a un género maltratados, no le quedó más opción que reivindicar su estatus y hacerse valer.

«Americanah«, su última novela publicada, tiene cierto aroma a autobiografía o, al menos, parece basada en su propia experiencia. Aunque parezca curioso, la reivindicación principal del libro viene en forma de pelo. Sí, lo que leéis, en forma de pelo, en este caso, afro.

Hay objetos y palabras que tienen un valor superlativo porque han conseguido convertirse en la metáfora de un prejuicio, de una época o de una filosofía de vida. Al pelo afro le sucede precisamente esto; es el símbolo de la negritud, en particular de la mujer negra. De ahí que sea castigado, cortado, alisado, engominado, escondido, camuflado y, sobre todo, vilipendiado.

Pero es una batalla perdida porque el pelo afro de la protagonista de «Americanah», como el de la propia Adichie, es rebelde y fuerte, revive siempre que creen haberlo vencido.

 

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